Frase de moda en esta época del año, y no solo de moda, también de sentimientos de todo tipo: miedo, rechazo, susto, agrado, ¿será?, en fin cada quien siente de diferente manera. Pero la verdadera reflexión debe hacerse sobre la significatividad de la misma, de tal forma que todo el proceso que tras de ella se da, sea para generar espacios que favorezcan la adquisición de múltiples saberes y fortalezcan las competencias necesarias para enfrentar las demandas crecientes del entorno de nuestros estudiantes y sus comunidades.
Para que ese espacio educativo sea significativo debe observar una situación estructurada y un contexto de interacción natural, no forzado, como en muchos casos se hace, pues pareciera que el maestro que mas arrume de evidencias presente será el mejor calificado, entonces la evaluación pierde el carácter formativo para convertir maestros que se dedican a hacer mucho, pero carente de significatividad, no solo para él, sino para sus estudiantes.
No se trata de hacer de todo para tener la foto que acredite que se hizo mucho. Se trata de fomentar y favorecer el perfeccionamiento de los maestros, como una manera de identificar sus cualidades como la mejor vía para retroalimentar el proceso de formación.
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