EL VERDADERO SENTIDO DEL DIA DEL ESTUDIANTE

Hablar hoy, sobre la celebración del día del estudiante, resulta una labor un tanto incómoda, si de lo que se trata es de hacer claridad y remembranza de una fecha que nos lleva a indagar en una historia que al conocerla, nos alejará de cualquier intento de celebración, como a la que algunos docentes, estudiantes y medios de comunicación nos han acostumbrado a lo largo de los años.
Desde 1930 se inicia la conmemoración del día del estudiante caído, como fecha para rememorar lo acaecido el 8 de junio de 1929; año de profunda agitación política y social, por los acontecimientos ocurridos en el departamento del Magdalena, la conocida Masacre de las Bananeras, (Ciénaga 1928); hechos que contribuyeron al deterioro de la imagen del gobierno del entonces presidente conservador Miguel Abadía Méndez. Es así que desde el 5 de junio se inician las manifestaciones generadas por el descontento que reinaba en la capital, las famosas roscas estaban en el poder y extendían sus dominios más allá de sus linderos administrativos. El 8 de junio con la vinculación de organizaciones sociales y populares se inicia una gran marcha en la que los estudiantes representan una mayoría, dirigiéndose al Capitolio, pero a su paso encuentran la vía cerrada por un pelotón del Batallón Colombia recién llegado de Corea que abrió fuego contra los manifestantes, quienes al escuchar los primeros disparos respondieron con piedras a las balas, resultando varias personas heridas; pero entrada la noche el hecho más grave y definitivo lo constituye el asesinato de GONZALO BRAVO PÉREZ, estudiante de la Universidad Nacional, quien con su sangre sellaría el acta de defunción de la rosca y el manzanillismo que azotaba la ciudad en 1929.
En 1954 bajo el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla y bajo las tensiones políticas de entonces, los estudiantes se dan cita el 8 de junio para la conmemoración de los 25 años del asesinato de Gonzalo Bravo Pérez. Finalizada la jornada un grupo de estudiantes regresó al campus universitario donde se inició un partido de fútbol. Hacia las tres de la tarde se presentó una patrulla de la policía que dio orden a los estudiantes de abandonar el lugar, lo que originó una protesta unánime por parte de los estudiantes que se negaron a salir, más tarde hizo aparición un pelotón de agentes que rodeó a los estudiantes e hizo las primeras descargas a una orden de fuego del comandante. Uno de los proyectiles alcanzó al estudiante URIEL GUTIERREZ, atravesándole el cráneo, situación que generó reacciones de todo tipo por parte de la ciudadanía, entre tanto el gobierno trataba de apaciguar los ánimos con declaraciones a la prensa y la radio.
El 9 de junio los estudiantes de las distintas universidades y colegios más beligerantes de la ciudad se daban cita para rendir homenaje póstumo al estudiante caído. Cuando la manifestación con el féretro llegaba al mismo sitio en donde se habían presentado los acontecimientos del 8 de junio de 1929, un cordón del ejército se presentó para impedir el paso; ante la imposibilidad de continuar los estudiantes se sentaron en el piso en señal de protesta esperando una solución. Desde el balcón principal de un café un estudiante se dirigía a sus compañeros, cuando se produjo una descarga contra el conglomerado, Hernando Ospina López, Hernando Morales Sánchez, Rafael Sánchez Matallana, Elmo Gómez Lucich, Álvaro Gutiérrez Góngora, Jaime Pacheco Grisales, Hugo León Velásquez y Jaime Moore Ramírez entre otros, sucumbieron ese día ante las balas, mártires del MOVIMIENTO ESTUDIANTIL.
Por esta razón, conmemorar el DIA DEL ESTUDIANTE debe considerarse como la lucha por las transformaciones sociales de fondo que necesita el país, en contra del clientelismo, del paramilitarismo, la parapolítica y el terrorismo de Estado. Debe ser un homenaje con profunda admiración y respeto a los estudiantes caídos, haciendo que estas fechas sean de eterna conmemoración, a pesar de la tergiversación sufrida a manos de muchos a lo largo de 79 años de historia que las han convertido en eventos de celebración festiva en escuelas, colegios y universidades, donde estudiantes, que sin conocer la verdad de estos trágicos acontecimientos bailan y festejan sobre la memoria de los estudiantes caídos el 8 y 9 de junio.