Triste viacrucis tendrán que vivir en esta Semana Santa, algunos de los estudiantes de la Sede Mariscal Robledo en el Corregimiento de Piedras de Moler, a raíz del fuerte invierno que nos viene azotando.
Pablo José, a sus escasos seis años ya le es familiar tener que perder sus pocas pertenecías en cada ola invernal y salir huyendo a refugiarse a la caseta comunal para poder salvar su vida y la sus abuelitos. En este sitio, soportando el frio, pues la caseta carece de ventanas que los resguarden, observan día tras día la rivera del Rio La Vieja, con la esperanza que este baje su nivel, para poder retornar a reconstruir una vez más su humilde vivienda.
Por su parte, Mónica Katherine, Yuli Tatiana y Claudia Milena, cuentan con mejor suerte que Pablito, pues ellas, recurren a la benevolencia de algunos parientes que viven en la zona, y que les brindan techo y abrigo durante la época invernal, mientras su pequeña casita es cubierta por agua y lodo.
Pareciera que la solidaridad de las personas y organismos de protección fueran tan inclementes como las de la naturaleza, porque aunque la situación de estos niños es reiterativa en cada invierno, poco o nada se ha hecho al respecto.
